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Los popútxiki

Hacer el camino junto al verdugo

por Claudia Pérez

La norma es lo que puede aplicarse tanto a un cuerpo al que se quiere disciplinar como a una población a que se pretende regularizar.

Michel Foucault

Normalmente clasificamos a los escritores en grupos, pero no hay que olvidar que cada uno de ellos es un mundo. Este post está dedicado a explicar uno de esos numerosos grupos, los popútxiki, porque nuestro querido autor formaba parte de él.

 

Borís Pilniak no hubiese escrito de la forma en que lo hizo si no fuera por la Revolución, con la que simpatizó en sus inicios, pero que le supuso un desencanto progresivo. Su estilo no hubiera destacado por encima de muchos otros si no hubiese sido por la influencia de aquel Octubre en su carácter subversivo y rupturista, temible en su modernismo (ojo, ruso, no europeo).

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Él formó parte de un grupo de autores a los que Trotski llamó popútxiki, que quería decir «compañero de camino». Se trataba de escritores atraídos por la Revolución, pero cuya producción literaria no estaba al servicio de los ideales comunistas, con los que no sentían plena identificación. Pensaban que la vida del hombre de campo era el ideal que la sociedad debía alcanzar, alejarse de la maquinaria y el urbanismo de las ciudades, escuchar a la naturaleza y trabajar con ella en vez de en su contra. Pilniak «interpretaba la Revolución en función del anarquismo campesino, como una victoria del campo sobre la ciudad. Esta victoria significaba también el triunfo de lo subconsciente y lo irracional sobre lo consciente y lo racional en el hombre y la sociedad» (Slonim, Marc. Escritores y problemas de la literatura soviética, Alianza, 1974: 80).

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Los popútxiki habían comenzado caminando con la revolución y, desde el partido comunista, se les quiso acompañar y ayudar para que consiguieran la identificación definitiva con su ideología: «El partido ha de guardar una actitud tolerante ante las formas ideológicas intermediarias, ayudando pacientemente a la superación de estas formas, inevitablemente numerosas, en el proceso de una colaboración más estrecha y fraternal con las fuerzas culturales del comunismo» (resolución adoptada por el Departamento Político del partido el 1 de junio de 1924. Andreu Nin en El Volga desemboca al mar Caspi, Borís Pilniak, Proa, 1931: 6). Sin embargo, con la llegada al poder de Stalin, la construcción de los estilos divergentes y experimentales acabó siendo derribada como un edificio por una ciega bola de demolición. El régimen convirtió a Pilniak en la diana de numerosos y violentos ataques, e hizo que pasara de ser considerado uno de los escritores más cercanos a la Revolución a uno reaccionario a la misma.

 

Quizá deberíamos replantear nuestra obsesión de poner etiquetas, porque ni a los escritores ni a las personas nos hacen justicia. Cuando lo correcto lo marca el gobierno, que te aten a un término resulta peligroso.

Notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo.

Jorge Luis Borges

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